La extracción descontrolada de agregados del río Masacre por civiles haitianos amenaza el equilibrio ecológico y social en la frontera
Cada semana, sin descanso, haitianos llenan de arena, por día, más de 30 camiones marca Daihatsu y ante la gran demanda han añadido motores de carga de tres gomas para el traslado y comercialización del material.
Por Santiago Ureña
Dajabon.- En la frontera entre República Dominicana y Haití, el río Masacre, un importante afluente que divide a ambos países, está siendo objeto de una explotación intensiva por parte de civiles haitianos que extraen agregados de manera descontrolada. Esta actividad, que ha crecido significativamente en los últimos meses, representa una grave amenaza tanto para el medio ambiente como para las comunidades fronteriza dejabom y Juana Mendez.
La extracción de agregados, que incluyen arena, grava y piedra, se realiza sin ningún tipo de regulación o supervisión por parte de las autoridades haitianas. Estos materiales, vitales para la construcción y otras actividades económicas, son llevados a los poblados de Juana Méndez y otras zonas cercanas en Haití, donde se comercializan a un ritmo acelerado. Sin embargo, este negocio lucrativo tiene un alto costo para el ecosistema del río Masacre, así como para las poblaciones que dependen de él Rio.
El impacto ambiental de esta extracción desmedida es evidente. La alteración del cauc
e del río ha provocado erosión en sus riberas, la pérdida de biodiversidad y una disminución en la calidad del agua. Estos efectos, a su vez, afectan a las comunidades que dependen del río para su suministro de agua, agricultura y pesca. Además, la destrucción del hábitat natural podría tener consecuencias irreversibles en el equilibrio ecológico de la región.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones locales y medioambientales para llamar la atención sobre esta problemática, la falta de control y la ausencia de políticas de gestión sostenible del río Masacre por parte de las autoridades haitianas han permitido que esta práctica continúe sin restricciones. En la República Dominicana, la situación ha generado preocupación, ya que el deterioro del río no solo afecta el medio ambiente, sino que también podría agudizar las tensiones en la frontera, donde las disputas por el uso de los recursos naturales han sido históricamente conflictivas.
Los habitantes de la región fronteriza, tanto en Haití como en la República Dominicana, están preocupados por las posibles consecuencias a largo plazo de esta extracción desmedida. La falta de coordinación entre ambos países en la gestión de recursos compartidos como el río Masacre agrava la situación, y pone de manifiesto la necesidad urgente de establecer acuerdos bilaterales que protejan el medio ambiente y promuevan el desarrollo sostenible en la zona fronteriza.
En un contexto donde la escasez de recursos y la vulnerabilidad ambiental son desafíos crecientes, la explotación descontrolada del río Masacre es un recordatorio de la importancia de una gestión responsable y colaborativa de los recursos naturales. De lo contrario, los costos de esta actividad podrían ser demasiado altos para las futuras generaciones de ambos lados de la frontera.