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«Cuando tú vas en motores, tú vas encomendada a Dios»

Miedo, encomendarse a Dios o enojo representan el estado de ánimo más común entre muchos de los dominicanos que a diario sienten que arriesgan sus vidas al subir a una motocicleta como medio de transporte para llegar a sus destinos.

Al motoconchista acuden empujados por un deficiente servicio de transporte público que no les garantiza acceso cercano a los carros o autobuses de concho, o por la prisa de llegar en una ciudad frenada por el exceso de tránsito.

«Cuando tú vas en motores, tú vas encomendada a Dios, porque a ellos (los motoristas) no les importa quién esté montado». Lo dice una usuaria asidua del servicio de motoconcho, el que utiliza para ir o regresar del trabajo. Testimonios de otros usuarios de ese servicio, incluso, entre los propios conductores consultados, exponen el mismo sentir ante un modo de proceder que definen de temerario o «de locos».

2,921Personas murieron en accidentes de tránsito en 2022, de las que 1,670 viajaban en motocicleta.

El temor no es antojadizo, pues los motoristas ocupan los primeros lugares en las cifras de accidentes de tránsito y de muertes en las vías públicas.

La mujer, que prefiere no identificarse, describe lo que le ha tocado vivir durante el uso de motores. «Se van por los elevados, se vuelan los semáforos… Incluso, en una ocasión, salí del trabajo enferma. Llamé a un Uber moto que se subió por el elevado y lo retuvieron conmigo. Le quitaron el motor y yo tuve que quedarme un tiempo parada ahí». También recuerda momentos en los que tuvo que amenazar al conductor con reportarlo si no moderaba la forma de conducir. Ante el riesgo constante, decidió quedarse con un conductor de confianza. Éste, aunque suele moverse de un carril a otro entre carros, «no es imprudente, no lleva exceso de velocidad ni sube por los elevados o se lleva la luz en rojo del semáforo», comenta.

Volando

«Es que ellos andan como volando, para volver otra vez. Pero yo los controlo y les digo que, si van a ir rápido, mejor no me monto», comenta Amparo, otra usuaria que cuenta el triste desenlace de una vecina que falleció tras un accidente a bordo de un motoconcho. «Es Dios que protege a uno», exclama.

«A mí me asusta su manera de conducir», comenta un joven mientras comparte con unos amigos en un parque en el sector Los Ríos.

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