Las trampas que acechan al PRM
PRM en la misma ruta de riesgo que atrofió a los grandes partidos
Santo Domingo, RD
A medida que el presidente Luis Abinader avanza en el gobierno del cambio que prometió al país, el partido que lo llevó al poder envía notaciones de que repetirá los mismos errores cometidos por sus antecesores políticos desde el manejo del Estado.
La primera falencia que se advierte en el aventajado benjamín de los partidos dominicanos, el Revolucionario Moderno (PRM), se engendra en su estructura política, o sea, dirección ejecutiva, comisión política, comité nacional y presidentes provinciales y municipales.
Todos los miembros de ese alto mando están siendo absorbidos por la burocracia estatal, dejándoles escasos espacios para los trabajos partidarios, una práctica que al final forma un abismo de desconexión con la base política y las “masas silentes”.
“Polilla palaciega”
En la máxima dirección del PRM se incluyen, inclusive, al jovial exsenador José Ignacio Paliza, de 39 años, que como presidente del partido ostenta la más alta posición jerárquica. Ahora es ministro administrativo de la Presidencia. También la apacible Carolina Mejía, vocera y coordinadora de las funciones ejecutivas del partido, pasó a ser la alcaldesa del Distrito Nacional.
Esta experiencia no es nueva. Así ocurrió con los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC), Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD). Sus caudillos Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch advirtieron sin remedio el drenaje que la burocratización provocaba en miembros y simpatizantes.
Los bálsamos aplicados por los tres partidos que gobernaron el país en las últimas seis décadas, fueron siempre vulnerados por la denominada “polilla palaciega”, que acoraza al presidente y sus funcionarios a todos los niveles, imponiendo una máxima en el sistema político: “las masas votan, las élites deciden”.
Abinader y el cambio
El PRM y el presidente Abinader derrotaron los veinte años del PLD en el poder en las elecciones presidenciales, legislativas y municipales del año pasado. Levantaron la consigna: “El cambio va”, que recuerda al “Cambio sin violencia” enarbolado en 1978 por el PRD, Peña Gómez y Antonio Guzmán para derrotar los 12 años de Balaguer.
Abinader y el PRM catalizaron el rechazo de sectores juveniles y de la clase media alta que encabezaron movilizaciones y cacerolazos reclamando el fin de la impunidad en sonoros casos de corrupción en los gobiernos peledeístas. Además pulcritud tras las fallidas elecciones municipales de febrero y respeto a la Constitución.
A estos fenómenos se unieron para fortalecer la idea de cambio, el desgaste y la división del PLD, así como el criticado manejo de la gestión de Danilo Medina a la pandemia del Covid-19, en medio de la presión que imponía un proceso electoral atado a los plazos que impone la Constitución.
El PRM se fundó el 9 de septiembre de 2014, con un liderazgo compartido entre el expresidente Hipólito Mejía y Luis Abinader, tras la última gran división del PRD en 2013. Ninguno de los dos líderes tiene cargo dentro del partido. Cuando Mejía fue por última vez candidato presidencial del PRD en las elecciones de 2012, llevó a Abinader como su compañero de boleta. Luego, ya en el PRM, Abinader ha derrotado a Mejía con una amplia ventaja en las convenciones para elegir el candidato presidencial en 2015 y 2019.
En las primeras elecciones que participó el PRM en 2016, Abinader llevó como compañera de boleta a Carolina Mejía, hija del exmandatario (2000-2004).
La fórmula fue derrotada por la cuestionada reelección del presidente Medina, pero sorprendió al país que con tan solo dos años de fundación, el PRM obtuviera en esas elecciones generales 1,613,222 votos (34.98%).
En las elecciones del año pasado la organización política, con Abinader otra vez como candidato, estableció otro precedente en el país, al ganar la presidencia de la República en primera vuelta, con apenas seis años de su fundación.
El PRM obtuvo 2,154 ,876 votos (52.52%), para colocarse número uno en la boleta electoral, y de paso tomar control de los poderes Legislativo y Municipal.
Escenario complejo
La principal debilidad que se atribuye al PRM y su nuevo liderazgo político se refleja precisamente en la estructura partidaria.
La organización depositó en la Junta Central Electoral (JCE) en septiembre de 2019 un padrón interno con 1,303,779 personas inscritas, como resultado de los intensos programas de reclutamiento Premil I y II.
No obstante, en las fervorosas primarias internas con padrón cerrado del 6 de octubre de ese año, donde se volvieron a enfrentar las precandidaturas presidenciales de Abinader y Mejía, junto a los demás aspirantes Wellington Arnaud, Ramón Burgos, José Rafael Bueno y Ramón Emilio Concepción, la totalidad de electores fue 382,377 votos.
Abinader registró 283,393, y Mejía, quien esbozó débiles irregulares en el proceso, obtuvo 80,951 votos. Tras esta derrota el exmandatario ha quedado con una discreta participación en el escenario electoral a sus 79 años de edad. Ayer, precisamente, el exgobernante expresó que no había autorizado a ningún dirigente para promover su candidatura hacia 2024. “Ahora es el momento de aunar fuerzas con el presidente Luis Abinader y con nuestro gobierno, para hacer cumplir las promesas que hicimos al pueblo dominicano. Ahora es el tiempo para que demos lo mejor de nosotros, con el mejor ejemplo”, aseguró en un comunicado.
El futuro de Hipólito
Se visualiza que Mejía, quien para las elecciones de 2024 tendría 82 años, podría estar preparando en su litotal la carrera presidencial de su hija Corolina, 51 años. También entraría en las expectativas su fiel discípulo e influyente ministro de Turismo, David Collado, 49 años.
En el país no hay antecedentes recientes de que un líder político en plenas facultades haya tocado el tambor de retirada. Si lo hace, Mejía sería el primero. Bosch se retiró después de las elecciones de 1994, tras cinco intentos fallidos con el PLD y conocidas limitaciones de salud.
De momento, en el PRM solo resalta la figura del presidente Abinader en cada acto oficial, en cada ceremonia, en cada inauguración, en cada encuentro político. Su saturada presencia en la opinión pública durante los primeros cinco meses de gestión, parece una estrategia de cambio de estilo en el Palacio Nacional.
En tanto muchos de los funcionarios-dirigentes perremeístas, intentan descifrar todavía en los oráculos las artes de gobernar. El “maná” cayó para socorrerlos, pero hay que sortear los obstáculos que imponen el cambio prometido, en medio de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, la caída de la economía, persecución de la corrupción, firma de un pacto social, reforma fiscal integral, pacto eléctrico y otros múltiples vericuetos.
Por Manuel Figueroa L/D